A principios del siglo XX, quizá en alguna fecha aproximada a 1920, sobre las arcadas colgaban cortinas ondulantes que creaban un clima propicio, fresco, sereno, para quienes esperaban los buses que demoraban en llenarse.
Sus tripulantes, entre tanto, disfrutaban de los dulces de las abuelas y matronas que fueron legando las recetas secretas de la preparación del coco, ajonjolí, papaya, tamarindo.